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 Hedonismo.

 
  


Nombre con que se conoce a una determinada corriente de pensamiento que identificaba el bien con el placer, con un estado de suprema felicidad ("hedoné", del griego placer).

Epicuro de Samos (341-270 AC) es aclamado universalmente como el filósofo campeón del hedonismo, abogaba por una vida de continuo placer como clave para conseguir la felicidad, punto este que fue el objetivo de sus enseñanzas morales y doctrina que enseñó hace su jardín en Atenas. Para Epicuro la presencia del placer es sinónimo de ausencia de dolor, o de cualquier tipo de aflicción.

El hedonismo, como sucede con cualquier otra corriente de pensamiento, en el transcurso del tiempo, ha posicionado al individuo en partidario o detractor del mismo, originando razonamientos, supuestos, discusiones y/o enfrentamientos.

Las primeras formas de hedonismo sostenían que el bien era el placer y que el dolor era el mal. El placer material -el placer de los sentidos- se consideraba indispensable par alcanzar el Placer espiritual, el hombre debía acercarse al placer como camino para alejarse del dolor y, por lo tanto, conseguir la felicidad. Estos planteamientos fueron tildados de incoherentes y egoistas, porque en ocasiones, la búsqueda del placer individual puede desencadenar otros conflictos que causen dolor. Frente a estos planteamientos, los "hedonistas levantaron la teoría de los "placeres moderados" y el de la "particpación de los placeres, como medios para alejar los dolores y hacer partícipe de ellos a la sociedad.

El hedonismo radical sostiene que todos los placeres físicos deben ser satisfechos sin que se les ponga ninguna restricción, mientras que el hedonismo moderado afirma que la actividad de placeres debe ser moderada, para que así aumente el placer. En ambos casos el placer es la principal motivación. El hedonismo psicológico del futuro, sostiene que el placer personal es el único fin último de una persona.

La fe católica se opone al hedonismo porque mina los valores espirituales de caridad, fe, justicia, autosacrificio y las virtudes morales necesarias para el crecimiento de la persona en relación con Dios y el prójimo.

El hedonismo es una actitud carente de moral, no porque aprecie algún placer, sino porque lo pone por encima de las exigencias del amor a Dios y al prójimo. Es una actitud egocéntrica que incapacita al sujeto para relacionarse con otros sino es para explotarlos con miras a satisfacer su afán de placer.

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